Siete guías sobre el saber clínico

James Owen Drife Profesor de Obstetricia y Ginecología Leeds 

BMJ 2000: 320: 1349 (13 de mayo)

 http://www.bmj.com/cgi/content/full/320/7245/1349/a


Se supone que los médicos tienen que ser sabios y prudentes.  Hoy en día la gente ya no necesita de nuestra ayuda para acceder a información sanitaria. Los pacientes esperan de nosotros algo más que una simple toma correcta de decisiones, y cada uno de nosotros espera de sus colegas sabiduría y prudencia.  La queja más frecuente en torno a los médicos con problemas es que carecen de capacidad de introspección.

Y aún así no recibimos formación en prudencia y sabiduría clínicas.  Aceptamos que es una cualidad que se distribuye al azar, y que en parte es genética, como la capacidad para componer o interpretar música.  En los últimos seis años, sólo 13 artículos del BMJ recogían en el título o en el abstract la palabra wisdom (saber, prudencia, juicio).  Tres de ellos eran sobre dientes (N del T.: Lo cual no es extraño, porque wisdom tooth es muela del juicio).

Pero por fin disponemos de unas guías:

                1.- Combinar y mezclar las generaciones.  En Gran Bretaña, hoy en día, sólo es posible que se mezclen las generaciones en las bodas.  En el hospital, los especialistas enseñan a los residentes veteranos, los residentes veteranos, a los más novatos, y los alumnos se enseñan unos a otros.  Habría que reintroducir el discurso intergeneracional.   No hay por qué suponer que el flujo del saber y la prudencia circula en una sola dirección

                2.- Dedicar tiempo a la reflexión.  La “práctica reflexiva” es un cliché habitual en las revistas de enfermería, pero no en las nuestras.  Si alguien me ve sentado a la puerta de mi casa pensando me siento culpable.  El único lugar en el que se podía contemplar el mundo meditabundo a través de una ventana solía ser el tren, pero la electrónica moderna ha acabado incluso con eso.

                3.- Conversar con legos.  Es difícil.  Muchos legos tienen actitudes rígidas hacia los médicos, que varían entre el respeto y el resentimiento.  Y muchos médicos favorecen estos sentimientos.  No sirve de nada ocultar tu profesión.  Debemos charlas como iguales.

                4.- Atreverse a no ser original.  El Servicio Nacional de la Salud británico de nuestros días busca continuamente la novedad.  Su jerga administrativa se renueva cada seis semanas.  En este contexto hay que tener mucha sangre fría para señalar lo obvio.  El saber clínico está anticuado, pero podría reformularse con un nombre sencillo y sonoro como “gobierno clínico”.

                5.- Moverse, cambiar.  Cada vez es más difícil.   Hace mucho tiempo, los estudiantes de Medicina podían hacer algún curso en otro país, pero los interminables planes de estudio de nuestros días lo hacen imposible.  Lo mismo está sucediendo con los residentes.  Y los especialistas no se mueven de sus plazas.

                6.- Mantener el sentido del humor.  La seriedad debe quedarse en la consulta.  Fuera hay que ser como un bufón que desinfla la pompa y la solemnidad.  A mayor introspección, mejores serán los chistes.  No olvidemos los muchos libros titulados “El ingenio y saber de...”

                7.- Dejar de leer artículos con la palabra “guías” en el título.  ¿Dónde se ha visto que una persona sabia lea guías numeradas... o que las redacte?


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