BOOK FORUM
Nancy
D. Famosa, Editor
BANAPPLE
SD, MOONSHADOW MD (Eds): Neo-Hippocratian Psychiatry: A Hope for
Treatment-Resistant Diseases. Awksand
and sons, Baltimore, 1991.
El libro de los
Profesores Banapple y Moonshadow no es sólo una útil referencia para el clínico
en su pelea cotidiana con trastornos refractarios al tratamiento, sino que, a
nuestro entender, tiene todos los augurios para llegar a ser una obra de
importancia capital en los anales de la Psiquiatría. Y es que nos hallamos ante lo que podría considerarse la
carta de presentación y constitución de una nueva corriente psiquiátrica:
La de los Neohipocráticos.
En la introducción, se
enlaza esta nueva corriente con la llamada escuela neokrepeliniana, que floreció
en los USA en los años 1980 y 1990 y cuyo máximo exponente fue, posiblemente,
el DSM-III (1980) y su versión revisada, el DSM-III-R (1987).
La corriente neokrepeliniana surgió como contestación a la tradicional
psiquiatría americana, de orientación psicodinámica o psicoanalítica, a la
que tildaba de acientífica. Los
psiquiatras neokrepelinianos propugnaban una concepción médica de la Psiquiatría
y huían de posicionamientos dinámicos, defendían el enfoque clínico, y los
sistemas diagnósticos operativos.
La Psiquiatría
Neokrepeliniana contaba además con un poderoso y orgulloso arsenal terapéutico
médico-científico que incluía una amplia gama de psicofármacos y
tratamientos físicos (electroshock), y disponía de instrumentos para
cuantificar la sintomatología (escalas), sofisticados aparatos para valorar
alteraciones estructurales aparentemente relacionadas con las enfermedades (TAC,
RNM), y toda una serie de tests biológicos que permitían una mejor taxonomía
de los cuadros (como el Test de Supresión con Dexametasona) o calibrar las
pautas de tratamiento (niveles plasmáticos de fármacos).
Sin embargo, la soberbia
Psiquiatría Neokrepeliniana se estrelló ante cuadros que o por ser difíciles
de clasificar o por no mejorar con los tratamientos al uso, no podían integrarse
satisfactoriamente en el modelo propuesto.
Para el primer caso se adoptó la solución de compromiso de apellidar a
ciertos trastornos de "atípicos"; para el segundo, se comenzó a
hablar de trastornos "refractarios" o "resistentes" al
tratamiento.
Un caso particularmente
descorazonador era el de las depresiones resistentes, ante las que se
estrellaban prestigiosos clínicos y antidepresivos. Y es aquí donde hacen acto de presencia los neohipocráticos.
Con la convicción de que
las teorías monoaminérgicas no dan más de sí, dos jóvenes clínicos
eeuuenses, los drs Banapple y Moonshadow, realizan, en 1990, una audaz vuelta
a los orígenes de la Medicina occidental.
Es en Hipócrates de Cos, y no en los neurotransmisores, donde aspiran a
encontrar la respuesta al enigma del tratamiento de la depresión resistente.
Como
se recordará, la Medicina Hipocrática postulaba la existencia de cuatro
humores, asentados en órganos específicos, que se correspondían con los
elementos y cualidades de Empédocles y daban cuenta de diferentes
temperamentos:
·
Al
aire (elemento) y al frío (cualidad) correspondía la flema, que tenía su base en el cerebro, y que daba origen al
temperamento linfático.
·
A la
tierra y el calor correspondía la sangre,
alojada en el corazón y responsable del temperamento sanguíneo.
·
Al
agua y a la humedad correspondia la atrabilis
o bilis negra, que se alojaba en el
bazo y que era responsable del temperamento atrabiliario o melancólico.
·
Por
fin, al fuego y a la sequedad correspondía la bilis, alojada en el hígado y responsable del temperamento colérico
La influencia de factores
externos e internos haría que el equilibrio fisiológico entre los humores (eucrasia)
se perdiese, apareciendo el desequilibrio o discrasia.
Un caso particular es el del exceso de Bilis Negra, que daría lugar a la
Melancolía, con tristeza, desesperación.
Banapple
y Moonshadow se interesaron a continuación por la Melancolía.
Es de todos conocido el significado actual de este término como un
cuadro depresivo severo y difílmente empatizable, amén de a menudo de escasa
respuesta al tratamiento. Se plantearon entonces una pregunta genial: ¿Podrá Hipócrates
ayudarnos a resolver el problema de las depresiones resistentes?
En su afán investigador bibliográfico, Banapple y Moonshadow
descubrieron, además, que Rufo y Galeno habían descrito tres formas de
melancolía
·
Una
melancolía global, en la que la sangre se sobrecarga de los venenos de la bilis
negra, lo cual se traduce en una afectación de todo el organismo.
·
Una
melancolía limitada al efecto de la bilis negra sobre el cerebro.
·
Una
melancolía hipocondriaca, con almacenamiento de la bilis negra en el territorio
infradiafragmático, dando lugar a modificaciones digestivas y abdominales,
acompañados, por una parte, de flatulencia (melancolía
flatuosa), y, por otra parte, de síntomas psíquicos como miedo (phobos)
y tristeza (dysthymíe).
En la
melancolía flatuosa Banapple y Moonshadow reconocieron lo que actualmente se
conoce como "somatizaciones", y en el componente psíquico de la
melancolía hipocondriaca, la constelación de los llamados síntomas
ansioso-depresivos. De esta manera, y gracias a una audaz vuelta a Hipócrates y
Galeno, Banapple y Moonshadow conseguían demostrar la raíz humoral de la
interrelación entre la depresión, la ansiedad y las somatizaciones, y hallar
la explicación de la buena respuesta de estos cuadros a abordajes terapéuticos
similares (antidepresivos).
En
este punto, estos geniales autores USA se plantearon si no sería posible
asentar la terapéutica de las depresiones resistentes sobre estas mismas bases
hipocráticas. En la onda de este
razonamiento se inclinaron por atacar el bazo, reservorio de la malhadada y
perversa bilis negra: Evidentemente, la solución estaba en esplenectomizar al
paciente.
Su primer paciente fue Mr
A., un hombre de 52 años, de raza blanca, soltero ("a white, single, 52
year-old male") que arrastraba una intensa depresión mayor de varios años
de evolución con nula respuesta a las terapéuticas convencionales, a las vírgenes
milagreras más reputadas de su condado y a los curanderos más afamados del
estado de Minnessota. Su enfermedad le había incapacitado socialmente hasta
niveles preocupantes, impidiéndole asistir a fiestas, cumplir con sus deberes
religiosos y acudir los sábados a presenciar el partido de equipo de
baseball favorito. Una vez obtenido
su consentimiento informado, Banapple y Moonshadow, procedieron a realizarle
la esplenectomía. Los resultados,
prometedores ("promising")
en un primer momento tornáronse espectaculares transcurridas pocas semanas. El
paciente recobró la eutimia, reanudó su actividad laboral, fue readmitido en
su ambiente social y se echó novia ("got
a girlfriend").
A los dos años de la
operación el paciente se mantiene asintomático, y la única terapéutica de
mantenimiento a que es sometido consiste en drenajes hipocondríacos cada seis
meses. Como único efecto secundario cabe destacar una poliglobulia que, por lo
demás, no interfiere en el funcionamiento sociolaboral del paciente.
Los
prometedores resultados de esta experiencia auguran un feliz futuro a la
Psiquiatría Neohipocrática. Banapple y Moonshadow prometen en su libro
encontrar las proporciones adecuadas de discrasia para cada enfermedad mental.
La cirugía psiquiátrica (que no la psicocirugía) ha nacido con esta
obra.
BANAPPLE SD, MOONSHADOW MD (Eds):
Neo‑Hippocratian Psychiatry: Further Advances in
Treatment‑Resistant Diseases. Awksand
and sons, Baltimore, 1993.
Nos hallamos ante una nueva aportación de los Profesores Banapple y
Moonshadow, conocidos líderes de la corriente Neohipocrática de la Psiquiatría,
en la que se centran en el diagnóstico y tratamiento de la histeria.
En la introducción del libro, Bannapple y Moonshadow nos recuerdan los
fundamentos de la escuela Neohipocrática, tan en boga hoy en día en los
Estados Unidos. Así, los autores
describen cómo el fracaso de la Psiquiatría neokraepeliniana en el
tratamiento de determinados cuadros les llevó a retomar los clásicos más clásicos
buscando una solución a tan arduo problema.
En su pesquisa, Bannapple y Moonshadow llegaron hasta la teoría de los
humores de Hipócrates, lo que les permitió dar con una explicación patofisiológica
para la depresión resistente (melancolía, en su terminología particular).
Desdichadamente, esta teoría no era satisfactoria para explicar y tratar
determinados cuadros, como algunos trastornos de personalidad, los cuadros
conversivos o disociativos y ciertas somatizaciones.
Sin embargo, la respuesta estaba en en el mismo Hipócrates. Bannapple
y Moonshadow nos explican, en el segundo capítulo, cómo dieron con la clave
gracias a una afortunada casualidad ("a serendipituous finding") y a
una paciente ("a white, female, 35 year-old subject") que ingresó en
la planta de Otorrinolaringología de la prestigiosa Febrero Clinic para
estudio de una disfagia. En efecto,
cuando los otorrinolaringólogos ya habían descartado organicidad y habían
valorado el cuadro como psicógeno, el psiquiatra interconsultor encargó por
equivocación una RNM en la que el radiólogo apreció una imagen extraña, que
hacía efecto masa desde el exterior en el tercio superior del esófago y que
tenía el aspecto de un útero.
Esta observación clínica abría sugestivos interrogantes y evocaba
nuevamente a Hipócrates, quien había relacionado la histeria con las
migraciones del útero frustrado por la continencia a lo largo de todo el organismo,
hasta llegar al cerebro, donde saciaba sus apetitos con la sustancia blanca
(sustitutiva del esperma). Espoleados
por tan impresionante hallazgo ("such an striking finding") Bannapple
y Moonshadow procedieron a realizar un estudio prospectivo cuyos
resultados, a juicio de sus propios autores, revolucionarán la Psiquiatría
Mundial.
En
el estudio participaron 3000 mujeres, que recibían tratamiento tanto en la
Unidad de Psiquiatría de la Febrero Clinic ("admitted to our inpatient
unit") como en las consultas externas del mismo centro ("outpatient
clinic") por cuadros tales como diferentes formas de trastornos
somatoformes (especialmente conversivos), trastornos disociativos, trastorno
histriónico de la personalidad, distimia, y otros, que podrían corresponder
en su conjunto a la antigua concepción de la histeria. En todas ellas, Bannapple y Moonshadow buscaron -y
hallaron- el hipotético útero errante ("a wandering womb") por
procedimientos tales como RNM, laparotomía, marcaje con isótopos (método éste
que permite, además, seguir los desplazamientos uterinos), PET y, en su caso,
necropsia. Sus conclusiones son
verdaderamente impresionantes ("impressive"):
·
En los trastornos conversivos, el útero
se desplaza hasta áreas cerebrales motoras o sensitivas (según el caso), donde
sus contorsiones y convulsiones histéricas generan las anestesias o parálisis
incongruentes tan características de la histeria.
·
Para explicar las pseudoepilepsias
histéricas, tan en boga en la Salpetrière de Charcot, Bannapple y Moonshadow
avanzan la hipótesis de la secreción de sustancias tóxicas que irritan
las neuronas vecinas; proponen asimismo una otra explicación ("alternatively"):
que el propio útero ejerza un efecto masa con daño e irritación neuronal.
·
El bolo histérico se debe a que el útero
ejerce una compresión esofágica desde el exterior en su peregrinar histérico
hasta la cabeza.
·
Los trastornos disociativos se deben a
que el útero ejerce su acción devoradora de la sustancia blanca ("myelinophagia")
selectivamente en sistema reticular activador ascendente.
·
Finalmente, los trastornos histriónicos
de la personalidad responden a la ubicación del útero en el lóbulo frontal,
con mielinofagia subsiguiente.
Los hallazgos de Bannapple y Moonshadow no admiten réplica, y se
documentan con numerosas imágenes que impiden toda duda.
Por otra parte, los autores afirman que los nuevos esquemas nosológicos,
al desterrar el término neurosis o disgregar la histeria en nuevas y extrañas
categorías diagnósticas, han hecho que las enseñanzas de Hipócrates sobre el
particular se hayan olvidado, con el consiguiente retroceso científico y terapéutico.
Por todo ello se suman a las críticas al DSM-III y DSM-III-R (Para un análisis
crítico y anatemizante, ver Echegaray R, en "Encuentros del Comité de
Sabios", 5674: 1-9936, 1993).
Desde el punto de vista terapéutico, Bannapple y Moonshadow son, sin
embargo, pesimistas, y reconocen las limitaciones de la Cirugía Psiquiátrica
en estos trastornos. En efecto,
la extirpación neuroquirúrgica del útero en sus diferentes ubicaciones encefálicas
parece problemática, y es de temer que las intervenciones causen en algunos
casos importantes lesiones a la paciente. Otra
posibilidad sería la de atraer químicamente al útero a su ubicación
original, pero los experimentos de Bannapple y Moonshadow, con sustancias que
no especifican, no han dado hasta la fecha frutos apreciables.
Los autores, por lo tanto, proponen las medidas preventivas que
consideran prometedoras ("promising"):
Revisiones periódicas a toda mujer para comprobar si el útero ha
iniciado sus perniciosas migraciones.
Pesarios u otros procedimientos de anclaje en las mujeres de riesgo y,
en general, en todo útero que se haya desplazado más de 25 mm de su
emplazamiento habitual.
Histerectomia cuando haya fallado la medida anterior.
Además, se propugna este tratamiento en toda mujer no fértil,
destacando sus autores los beneficios que se obtendrían histerectomizando a
toda la población femenina.
La
meritoria aportación de los Profesores Bannapple y Moonshadow adolece de un
defecto, ya que al responsabilizar del cuadro al útero no se explica la
histeria masculina. Bannapple y
Moonshadow, conscientes de este aparente fallo, se adelantan a dar su respuesta:
Para ellos, la histeria masculina es una entelequia, surgida de mentes
calenturientas, que han tergiversado la tradición hipocrática sobre la
histeria. Al efecto presentan su
dilatada casuística, fruto de muchos años de trabajo clínico, en la que
demuestran que todas las mujeres histéricas que han atendido son mujeres.
Finalmente, en el último capítulo, adelantándose a las consabidas críticas
desde sectores feministas más o menos pseudocientíficos, Bannapple y
Moonshadow dejan bien claro que el progreso de la Ciencia no puede verse
comprometido por las protestas de un coro de histéricas, y recomiendan a todas
sus críticas que se histerectomicen ("Give'em hysterics hell").
Txori-Herri Medical Association, 1999