Jaycee. La Niña de Nadie
Un tribunal californiano ha decidido que una niña de ojos azules, conocida como la hija de nadie, no tiene padres, porque fue concebida en una clínica de tratamiento de infertilidad y parida por una madre de alquiler.
El caso de Jaycee Buzzanca, de dos años de edad, ha dado lugar a una tormenta legal en los EEUU, donde ha puesto de relieve la creciente complejidad de los derechos de los niños nacidos por medio de tratamientos de infertilidad.
El juez ha declarado que la niña no tiene padre ni madre porque los médicos utilizaron esperma y óvulos procedentes de donantes anónimos y a continuación implantaron en embrión en el útero de una madre de alquiler que había sido contratada por cerca de 10.000 $ por John y Luanne Buzzanca, un matrimonio de San Francisco.
Al contrario que el embarazo, el matrimonio no tuvo feliz término. Antes del nacimiento de Jaycee, en abril de 1995, el sr Buzzanca ya había solicitado el divorcio. Y cuando su mujer demandó una pensión de manutención para la niña, el Buzzanca argumentó, con éxito, que la niña no podía ser suya bajo ningún concepto legal.
Posteriormente, un tribunal de apelación respaldó la posición del sr Buzzanca, pero para sorpresa de los expertos en derecho, estipuló también que la sra Buzzanca "no tenía derecho a ser considerada la madre legal de Jaycee en este momento".
Robert Monarch, juez del Tribunal Superior del Condado de Orange, dijo que la niña no tenía vínculos biológicos con el matrimonio Buzzanca ni con la madre de alquiler, Pamela Snell, a quien la ley Californiana define como la madre gestacional de Jaycee. Más aún: según la ley estadounidense, los donantes no pueden ser considerados padres naturales.
La pasada semana, los abogados de la niña comenzaron una nueva apelación que la permita permanecer con la sra Buzzanca, quien tiene provisionalmente su custodia e intenta conseguir que se declare que Jaycee es su hija. Uno de los jueces ante los que se presentó la apelación afirmó: "Este es el caso de maternidad de alquiler más extraordinario hasta la fecha".
La niña cuenta con el apoyo del Sindicato Americano de Libertades Civiles (ACLU) y de expertos en derecho de Familia. Taylor Flynn, jurista del ACLU, dijo que el sr Buzzanca era depravado al negarse a aceptar toda responsabilidad para con Jaycee. "Es sobrecogedor que trajera al mundo a esta niña y luego haga que el Tribunal declare que ni él ni ella son los padres".
Un número cada vez mayor de expertos afirman que el caso muestra que la tecnología médica está desbordando las cuestiones legales y éticas. Arthur Caplan, un experto en Etica Médica de la Universidad de Pennsylvania habla de "una situación muy mala, cuando te encuentras con que se está haciendo niños sin ninguna normativa, utilizando una técnica que nunca antes ha existido". La Asociación de de Especialistas en Derecho de Familia dice que la decisión judicial "empleó la novedad tecnológica que representaban la concepción y gestación de Jaycee para crear un nuevo tipo de ilegalidad. De esta manera llegaba a la conclusión de que no es hija de nadie".
El caso se ha complicado aún más porque la sra Snell y su marido, Randy, solicitaron los derechos parentales y la custodia al enterarse de la ruptura del matrimonio Buzzanca. El año pasado el tribunal consideró seis posibles padres, incluyendo los donantes anónimos de esperma y óvulos, y terminó rechazando a todos ellos.
La sra Buzzanca, de 42 años, había ensayado infructuosamente en cuatro ocasiones la fertilización in vitro, invirtiendo 40.000 $ de una herencia de 200.000. Ante ello, los médicos le propusieron la maternidad de alquiler, y le presentaron a la sra Snell, que acababa de dar a luz a su tercer hijo "de alquiler". El matrimonio Buzzanca decidió utilizar donantes anónimos para la fertilización, ante el precedente de un caso judicial previo en New Jersey, en el que una madre de alquiler se había negado a entregar al niño alegando que ella era la madre biológica. La sra Snell, que en aquellos momentos se planteaba dejar de actuar como madre de alquiler, afirma que decidió ayudar a la pareja porque la sra Buzzanca "me lo suplicó una y otra vez, y me daban mucha pena". Se creó un embrión que fue implantado en agosto de 1994. Al mismo tiempo, los Snell y los Buzzanca firmaron un contrato.
A las dos semanas, el sr Buzzanca abandonó a su mujer. Aunque se niega a hacer comentarios sobre la ruptura, su abogado asegura que nunca quiso tener hijos, añadiendo que "los aspectos morales no siempre coinciden con los aspectos legales".
La sra Buzzanca planteó una demanda de manutención de la niña por valor de 386 $ semanales, en base al contrato de alquiler de útero. Sus abogados afirmaron que al firmar este contrato su ex-marido había causado de manera efectiva la concepción de Jaycee.
La defensa del sr Buzzanca se basa en la ley de California, según la cual, para ser considerado responsable de la niña, debería ser o bien el padre genético o adoptivo de Jaycee, o bien haber mantenido a la niña después del nacimiento. Su ex-mujer podría resolver el embrollo legal si adoptase a Jaycee, pero se niega a hacerlo porque quiere que el contrato de alquiler de útero se ejecute y que su ex-marido pague la manutención de la niña.
Si la apelación de Jaycee no consigue sus objetivos, su futuro resulta incierto. La sra Buzzanca se niega a adoptar a una niña a la que considera su propia hija. La seguridad financiera de la niñita dependerá en gran medida de los fondos de bienestar social del estado.
Traducción: J Medrano
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