TERAPEUTICA MODERNA

WARREN B. HILL, M.D. MILWAUKEE, WIS

JAMA 1900;34:28-29

JAMA 100 Years Ago Section Editor: Jennifer Reiling, Editorial Assistant.

http://jama.ama-assn.org/issues/v283n2/full/jjy90044-1.html


6 de enero de 1900

No hay ningún campo en medicina tan apto para la investigación como la terapéutica. En ningún otro se ha trabajado tanto ni pueden esperarse sus resultados. La terapéutica está revolucionándose. El laboratorio biológico se convertido en uno de los factores fundamentales para la elaboración de nuestros tratamientos.  No sólo nos facilita los diferentes sueros y extractos animales tan utilizados en todas partes, sino que también nos aporta un medio para estandarizar productos vegetales con el fin de lograr resultados óptimos.

El más notorio avance en la terapéutica es su giro hacia el racionalismo, y aunque el empirismo, puro y simple, debe ceder paso a la luz de la razón, nosotros no infravaloramos el valor de la experiencia clínica, aplicada a una hipótesis de trabajo.  Parece que era ayer cuando nos contentábamos con el estudio de la patología de las enfermedades tal y como aparecen en la sala de autopsias, como lo prueba la nomenclatura de la época. Nos enorgullecíamos pensando que habíamos avanzado hasta esa altura del racionalismo en que se trataban las situaciones patológicas allí donde las encontrábamos, mientras la lista de enfermedades tratadas sintomáticamente se reducía. Hoy día no nos conformamos con estudiar enfermedades fuera de un cuerpo vivo. Creemos que la patología es importante, pero la cuestión que absorbe toda nuestra preocupación es la causa de esas lesiones. En terapéutica sólo nos satisface el estudio de los métodos de la Naturaleza para curar la enfermedad en su laboratorio, el organismo animal.

A partir de los conocimientos actuales, creemos que la resistencia natural frente a la enfermedad se verifica a través de dos mecanismos; 1, por leucocitosis, y 2, por la elaboración de un antídoto específico para el veneno que produce la acción patológica del microbio invasor. Los Drs. Vaughn y McClintock, entre otros, trabajando sobre esta hipótesis, aislaron una substancia llamada nucleína que, en reacción, es idéntica a un elemento germicida presente en cantidad al número de glóbulos blancos. No sólo tiene una acción clara germicida, ya que en una solución al 0,5% es capaz de destruir los bacilos del cólera y la tifoidea, sino que provoca una rápida leucociosis, ayudando así a la Naturaleza en su campaña ofensiva y defensiva contra la invasión bacteriana. En el laboratorio se ha demostrado que la acción bactericida de la sangre animal aumenta seis veces por leucocitosis, y la observación clínica ha demostrado que en la sangre también aumentan los glóbulos rojos y la hemoglobina. La observación clínica ha mostrado asimismo que la nucleína es útil en la tuberculosis, aunque no se han obtenido resultados espectaculares. En la pulmonía, la fiebre tifoidea, y otras enfermedades agudas e infecciosas, en cambio, ha demostrado ser más eficaz. En mi experiencia, he observado que es de gran utilidad en la anemia, y sobre todo en la convalecencia el envenenamiento por gas de alumbrado; en mi opinión, la nucleína tiene una amplia gama de usos en terapéutica, como un estimulante general de la actividad celular del cuerpo humano.

El éxito clave de la antitoxina de la difteria nos hizo creer que podríamos disponer de muchos otros sueros igualmente eficaces. No hemos obtenido el éxito apetecido, pero creo que el trabajo que está desarrollándose ahora producirá en el futuro resultados felices . .

Se han hecho progresos con respecto a la antitoxina del tétanos. Durante varios años se ha observado que esta antitoxina es eficaz en el laboratorio, pero muy poco satisfactoria desde el punto de vista clínico. Sin embargo, las recientes observaciones han demostrado que las lesiones del tétanos están causadas por la toxina del tétanos al unirse con una substancia de las células nerviosas. La inyección de antitoxina, por consiguiente, en la sangre, puesto que sólo neutraliza la toxina allí, no afecta a esta sustancia que causa los síntomas del tétanos. Por este motivo, se ha optado por inyecciones intracerebrales de antitoxina, cuyos resultados, sin embargo, no son todavía muy satisfactorios. No obstante, el trabajo realizado en esta dirección ha demostrado la acción química de las antitoxinas, una cuestión en absoluto menor en el estudio de la sueroterapia.

La eficacia de extractos glandulares se está demostrando a través de la experiencia clínica, y hoy en día todo el conocimiento que estamos adquiriendo en fisiología, química, bacteriología y patología se emplea para una práctica más científica de la terapéutica. La terapéutica moderna no está, de ninguna manera, suplantando a la antigua, ya que estamos aprendiendo a distinguir de modo más científico la acción fisiológica de las drogas, y aplicándolas a ayudar a la Naturaleza en la curación de la enfermedad.

Cuando repasamos el magnífico progreso en la terapéutica y contemplamos las posibilidades de la investigación en este campo en el futuro, nos sorprende que haya tantos médicos -incluso que haya alguno- escépticos y nihilistas, y celebraré el día en que la profesión médica comprenda, como un cuerpo, que para la curación del enfermo es el apogeo de su vocación.

JAMA. 1900;34:28-29

©Txori-Herri Medical Association 1997-2000


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